Seguro que recuerdan Farenheit 451. La novela de Bradbury o la película de Truffaut. Aquellos bomberos que se dedicaban a quemar libros. O el pasaje del Quijote cuando van al fuego muchos libros de caballería. O las piras en el Berlín nazi de los años 30. O los autos de fe de la Santa Inquisición Todo para salvar las almas y llevar la paz y la tranquilidad a los espíritus. Que ya se sabe que la lectura disuelve las conciencias, arrebata el intelecto y acaba con la unanimidad, premisa indispensable para una sociedad feliz.Continúa en Otadoya, el blog de Carlos Salvador.
viernes, 18 de septiembre de 2009
Fahrenheit 451 en Osetia del Sur
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