martes, 22 de diciembre de 2009

La Ley Ómnibus y sus paradojas

El jueves pasado (17 de diciembre) se aprobaba en el Congreso de los Diputados la llamada Ley Ómnibus con la consiguiente huelga de los taxistas con sus correspondientes piquetes. A grandes rasgos, esta ley permitirá que cualquiera que tenga un vehículo pueda ejercer de taxista (algo que ya sucede en países como México o Rusia), sin un control gremial de los precios (que, aunque suene medieval es lo que hay ahora) y en el que la tarifa se pactará entre el usuario y el conductor.

Pues bien. Dicha huelga coincidió con la cena de mi empresa, por lo que me resultó bastante complicado encontrar un taxi. Cuando conseguí uno que se quedaba libre, resultó ser uno de los huelguistas que, lejos de rechazar la carrera, accedió a negociar su importe y esquivar los sitios donde hubiese concentraciones de taxistas. Así que, cumpliendo las órdenes del taxista tuve que ir "sentado delante, con la luz apagada y sin taxímetro".

¿No resulta paradójico que alguien se manifieste contra algo y mientras tanto lo haga?

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